Después de cumplir hasta la fecha con mis obligaciones militares necesito despejarme la mente. Y nada mejor como ir al taller y ayudar a mi padre y tío. No es el mejor trabajo del mundo pero por lo menos no pienso en lo que me espera. He estado en el surtidor de gasolina toda la mañana repostado a todos los coches que venían.
Luego, por la tarde mi padre me dejó tocar un coche ¡por fin!. Era un Pontiac Tempest GTO del 64, con 215 cv. de potencia. Estaba casi nuevo.
Lo que tenía que hacer era cambiarle el aceite, los filtros, arreglarle un faro, y cambiarle las 4 ruedas.
-¿Te gusta? preguntó mi padre. "Si", conteste yo con una sonrisa.
-Pues como querías ayudarnos, tienes que tener este coche acabado para mañana por la tarde así que ya puedes darte prisa. El cliente vendrá mañana por la tarde a las 8 P.M.
Tenía bastante trabajo, lo primero cambiarle el aceite y los filtros. Me costó un poco ya que no tengo la práctica de mi padre y tenía que estar preguntando algunas cosas. Eran las 9:30 de la noche mi padre y mi tío hacía una hora que se habían ido y yo no tenía acabado el faro. Una hora después conseguí arreglarlo. Al día siguiente me tocaba lo último cambiarle las ruedas.
Para ello fui a "Neumáticos Fell", justamente donde estaba Sally, la chica que me gustaba. Conduje el Pontiac hasta el lugar donde estaban los neumáticos. Hacía tiempo que no conducía un coche como este. El sonido que tenía cuando lo arrancaba y cuando le apretaba eran música para mis oídos. Ojala pudiera comprarme uno, pensé.
Al llegar a "Neumaticos Fell" allí estaba Sally en la recepción.Con su sonrisa que iluminaba el día. ¡Oh que chica tan guapa! Ella ayuda a su padre en verano.
Rápidamente nos pusimos entablar una conversación, mientras hablaba, yo me quedaba como imnotizado mirándola. Hasta que de repente sonó el teléfono, era Alex Monrow. ¡Vaya! empezó ha hablar con él de forma amorosa. No tenía ni idea, parece ser que están juntos. ¡Vaya chasco¡. Cuando terminó de hablar por teléfono, no había motivo para estar pelando la pava así que le pedí los neumáticos. Su padre me los dió y me fuí despidiendome cordialmente de ellos. Aunque con mal sabor de boca, no sabía que ese cretino estaba con Sally.
Nada mas llegar al taller le cambié las ruedas. Había terminado dos horas antes de la hora pactada.
Mi padre y mi tío me felicitaron por mi trabajo, sí yo estaba orgulloso de lo que había hecho. Eran las 8:45 P.M y todavía no había aparecido el dueño. Tenía curiosidad de quien era.
Pregunté a mi padre que casualmente ya estaba cambiado de ropa de calle.
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