Ya estamos aquí, después de un duro y angustioso viaje de 12 horas, al fin llegamos a nuestro destino. Fort Lewis. Llegamos a eso de las 8:30 de la noche, cansados y con bastante hambre. Fort Lewis es grandisimo es como una ciudad metida entre unas murallas. No me dio tiempo a ver mucho. Al bajar del autobús un oficial, nos ordenó que bajáramos rápidamente de forma bastante agresiva.
Nos pusimos en fila, uno delante del otro, todos con nuestras maletas en la mano. No eramos los únicos que habíamos llegado a esas horas al cuartel. Coincidimos con otros grupos de chicos, no recuerdo cuantos, pero muchos. Después de al grito de ¡a formar todo el mundo! nos pusimos en marcha siguiendo al oficial.
Llegamos hasta la peluquería, pero, ¿había que cortarse el pelo a las 9 de la noche?.Pues parecía que sí. Habían chicos que tenían el pelo bastante largo, una pena. A mi por suerte me gusta llevar el pelo corto y no hubo que cortarme demasiado. Los peluqueros iban tan rápido que muchas veces se les quedaba enganchada la maquina y ya se oía a alguno chillar.
Por fin pudimos cenar algo, nos metieron en una especie de comedor grandisimo donde por orden nos sentábamos y ya en las mesas teníamos un triste bocadillo y una bebida. Nos obligaron a terminar bastante rápido.
Lo siguiente, darnos un petate y meter las sabanas que nos iban dando por riguroso orden. Formamos por grupos y a cada grupo se nos asignó un barracón. Cuando ya estábamos metidos dentro, vino el que sería nuestro instructor el Sargento Galizia, aporreando desde la entrada una papelera y voceando para ser escuchado. Parecía latino, llevaba un casco negro y gritaba mucho. Nos dijo que teníamos que hacer la cama en menos de 5 minutos y que apagarían las luces en 10 minutos. Rápidamente mis amigos y mi primo elegimos literas yo en la de abajo y mi primo arriba Fred, Brian y Fred pudieron coger camas más adelante. Eran más de las doce de la noche, estábamos cansados.
Al día siguiente se suponía que iban a tocar diana a las 6 de la mañana como dijo el sargento la noche anterior. Pero no fue así eran las 5 de la mañana cuando se encendieron las luces y otra vez el Sargento iba de una punta a otra aporreando la papelera y voceando.
¡Teneis menos de 10 minutos para vestirse, hacerse la cama y salir a formar! ¡Quien no esté en ese tiempo fuera, se quedará limpiando letrinas!. Todos íbamos a la carrera, rápidamente haciendo la cama y vistiéndonos a la vez, una locura. Ahora estábamos todos fuera formando, iban a pasar lista y uno por uno entraríamos a desayunar. Después tocaría ir a vestuario para que nos tomaran medidas de nuestros uniformes y botas. ¡Ya estábamos vestidos de militar!
Es la hora de hacer un examen psicotécnico y a vacunarnos. Eran las 5 de la tarde y bajo un sol abrasador estábamos todos formados. El Sargento Galizia nos dijo que nos íbamos a trasladar a otros barracones más al sur y que teníamos que recoger nuestras cosas y presentarnos en este punto.
Nos montamos en unos cuantos camiones de traslado de tropas y llegamos a lo que ahora sí sería nuestra casa durante 8 semanas. Ya dentro de los barracones el Sargento no enseñó ha hacer una cama, como teníamos que tener distribuido la taquilla y un pequeño baúl donde guardaríamos nuestros útiles de aseo.
Nos dejaron libre lo que quedaba de tarde y el Sargento de forma amenazante nos dijo que al día siguiente empezaría nuestro duro entrenamiento militar y que a las 6 de la mañana tocaría diana. Se despidió diciendo "descansad nenas". ¿que nos esperará mañana?
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