viernes, 4 de octubre de 2013

Campamento Improvisado.

04/10/1967

Después de desembarcar, rápidamente nos dirigimos a los autobuses. Estos autobuses de los años 30 y 40 nos llevarían a Pleiku. Otras 3 horas más de viaje insufrible nos espera hasta llegar a nuestro destino. Eso supuestamente tendría que ser así. Pero por cosas del destino tuvimos un pequeño incidente con el autobús. Calculo que llevábamos hora y media de viaje, aproximadamente la mitad del camino. En dirección a Pleiku vamos 4 autobuses llenos de soldados. En el nuestro alguno que otro no le quedaba más remedio que ir de pie turnandose con quien amablemente le cedía su asiento.


 Por alguna extraña razón nuestro bus se alejaba poco a poco de los demás, parecía como si le costase empujar. El conductor era un Vietnamita, hablaba perfectamente nuestro idioma, ya había hecho mas viajes anteriormente. Las altas temperaturas y el estado pésimo de las carreteras era un gran obstáculo para este viejo autobús de 1947.

El Teniente Craiwer que va sentado delante, al lado del conductor se empezaba a impacientar. Le pedía explicaciones de porqué aquel autobús de mierda perdía fuerza de manera alarmante. El conductor señalaba el panel de control, parecía que la aguja de la temperatura estaba subiendo rápidamente. ¡Genial! aquel autobús moriría en breve.

Los chicos empezaron a gritar diciendo que salía humo del motor. Todos miramos hacia atrás, no se veía absolutamente nada solo una intensa niebla de humo. El autobús se detuvo en una orilla de la carretera, si a esto se le puede llamar carretera.

El jodido autobús se había calentado de forma excesiva. Perdía agua por todas partes. El teniente gritó, ¡todo el mundo abajo! El conductor vietnamita corrió hacia la parte de atrás y empezó a hablar en su idioma con las manos en la cabeza. Estaba claro que con aquel autobús no llegaríamos a Pleiku. 

Después de unos 15 minutos de conversación por la radio, en Teniente sentencia. Hasta mañana no pueden traernos otro autobús tendremos que acampar aquí. Una mirada a nuestro alrededor y solo veíamos campos de arrozales a los 2 lados de la carretera, ¿donde se supone que vamos a acampar?. 

-Bien coger vuestro equipo, iremos al final de ese arrozal, parece que hay un claro, allí acamparemos. Dijo el Teniente. Estábamos en medio de nada a unos 2 km de Dak Po. Rápidamente me subió algo por el cuerpo desde los pies hasta la nuca,una mala sensación. Recordé las trampas que podía poner el Vietcong.

Aquel Teniente me daba mala espina, era más joven que el Sargento Galizia. Parecía nervioso y algo dubitativo. Espero que tenga experiencia, si no estamos jodidos. Nos dirigimos al campo de arrozales. Uno detrás de otro. Todos novatos mirando al suelo como si se fuera abrir ante nosotros avanzabamos poco a poco. Por fin llegamos al claro sin consecuencias. A unos 500 metros se encontraba el conductor Vietnamita con su autobús. Él no quiso acompañarnos.

Apenas quedan 2 horas para que sea completamente de noche, tenemos que estar listos en un breve periodo de tiempo haciendo guardias. Cada 30 minutos el teniente hablaba con el cuerpo de mando en Pleiku. Se le oía decir que éramos un blanco fácil y que esperaba que no pasara nada esa noche. Yo también lo espero, llevamos menos de 24 horas en Vietnam y las cosas se complican. El conductor del autobús no me inspiraba gran confianza, ¿podía estar con el Vietcong? 

Esta preciosa noche de Octubre de 1967, es la primera noche que el cielo iluminado de estrellas de Vietnam nos arropa.



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