lunes, 13 de enero de 2014

Vivir y morir

13/01/1968

La situación es insoportable. El dolor es insoportable. No negaré que se me ha pasado por la cabeza la posibilidad del suicidio. Cada día nos llevamos una paliza por ser americanos. Carecemos de valor para el vietcong.Simplemente están esperando a que nos muramos. Es poco probable que nos maten directamente. Aunque eso sería lo idóneo ya que estoy sufriendo inecesariamente. Estos vietnamitas quieren que suframos lo insufrible para que muramos lentamente. Miro mi brazo y lo veo que toma un color grisáceo de forma peligrosa. Mis costillas depende del movimiento que haga se me clavan en los pulmones. Llevo días sin llevarme a la boca algo solido.

Por más que grito para recibir un mínimo de asistencia sanitaria a los carceleros sólo obtengo por su parte indeferencia y si insisto más de lo debido un cubo de agua lleno de mierda hasta arriba.

Cae la noche, oigo pasos y sollozos. Es alguno de mis compañeros. De pronto los pasos se detienen delante de mi celda. Un carcelero abre la puerta y empuja a Barrows dentro. Este con un color pálido tirando a amarillento intenta balbucear algo. No le entiendo. Barrows está muy demacrado. Tiene la cara hinchada y llena de moratones hasta le falta la parte de arriba de la dentadura.

Intentamos hablar, de pronto el carcelero nos dice algo, de manera amenazante, nos señala con un palo de puntas. Parece decirnos que nos callemos. Barrows me cuenta como le ha ido y su historia no es mejor que la mía. 

El carcelero abre la puerta y chillando me da con el palo en las costillas. Un dolor descomunal me recorre por todo el cuerpo, me vuelve a pegar y me quedo casi sin respiración. Ahora le toca a Barrows que también recibe lo suyo, pero él no tiene miedo, no tiene nada que perder, e intenta arrebatarle el palo. Hay un forcejeo Barrows a pesar de sus heridas está apunto de arrebatarle tan inusual arma, cuando de manera inmediata entra otro soldado y sin mediar palabra le pega un tiro a Barrows en la cabeza y otro a su compañero vietnamita en la cabeza.

Los dos cadáveres yacen en el suelo a pocos centímetros mio. El soldado me mira y me apunta...empieza hablarme, este es el fin, pensé yo. En ese instante se escuchan voces es otro oficial, parece de mayor rango. Le increpa y tienen una discusión. No tardaron en venir más soldados. 

Yo estaba en un rincón estupefacto, asustado, sin saber que hacer la sangre me salía por el costado. Tengo que contener la sangre. Momentos después retiraban los 2 cuerpos de mi celda. 

A mi por fin me llevaban a la enfermería.






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