31/01/1968
Al entrar de nuevo en aquella celda con mas
presos vietnamitas creía que iba a ser mi final. Ese no era mi último destino. Minutos después, un soldado
norvietnamita me sacó de allí y me llevó a otra celda. Esta era más pequeña y dentro se encontraban un soldado sudvietnamita y mi compañero
Rick Vega. Este se encontraba aparentemente bien de salud, eso sí, tenia algunas
heridas.
La alegría por encontrar caras amigas pronto
se convirtió en angustia al saber que los que estábamos en esta
celda seriamos ejecutados en breve. La razón según nuestro compañero vietnamita es que
la cárcel va a ser
asediada en cuestión de horas por el ejercito de estados unidos. Eso quiere decir dos cosas.
La primera que existe un topo en nuestro ejercito y la otra es que nos han encontrado,
pero puede ser que nos encuentren muertos si no se dan prisa. El Vietcong quiere
desmantelar esta cárcel y no quiere llevar rehenes.
Dios mío, vamos a morir en cuestión de minutos,
dijo Rick, nosotros por nuestros medios no podemos escapar, si creéis en dios podéis rezarle, dijo
de nuevo Rick. De pronto, a los pocos minutos se empezaron a escuchar voces. Nuestro
compañero del sur nos traducía la situación.
-Lo que están diciendo es que van empezar a
matar prisioneros ya. Conforme estaba diciendo estas palabras se escucharon los
primeros disparos y gritos. -!Los están matando dentro de las celdas! dijo Rick
con bastante nerviosismo. Poco a poco iban ejecutando a los prisioneros. Los soldados
llegan a la celda de enfrente, en esta celda se encuentran 4 prisioneros. Desde
fuera los 2 soldados se ríen, uno de ellos se va, les dice algo en vietnamita, apunta a uno de
ellos al azar. Justo cuando va a disparar uno de los prisioneros le tira un objeto
punzante y le da en el cuello.
El soldado cae cerca de nuestra celda, rápidamente Rick
le hunde más el objeto punzante en el cuello hasta matarle. Conseguimos arrebatarle
el arma. Le registramos para quitarle las llaves y abrimos la celda.
La suerte parece que está con nosotros, de momento.