viernes, 31 de enero de 2014

Cuestión de minutos.

31/01/1968

Al entrar de nuevo en aquella celda con mas presos vietnamitas creía que iba a ser mi final. Ese no era mi último destino. Minutos después, un soldado norvietnamita me sacó de allí y me llevó a otra celda. Esta era más pequeña y dentro se encontraban un soldado sudvietnamita y mi compañero Rick Vega. Este se encontraba aparentemente bien de salud, eso sí, tenia algunas heridas.

La alegría por encontrar caras amigas pronto se convirtió en angustia al saber que los que estábamos en esta celda seriamos ejecutados en breve. La razón según nuestro compañero vietnamita es que la cárcel va a ser asediada en cuestión de horas por el ejercito de estados unidos. Eso quiere decir dos cosas. La primera que existe un topo en nuestro ejercito y la otra es que nos han encontrado, pero puede ser que nos encuentren muertos si no se dan prisa. El Vietcong quiere desmantelar esta cárcel y no quiere llevar rehenes.

Dios mío, vamos a morir en cuestión de minutos, dijo Rick, nosotros por nuestros medios no podemos escapar, si creéis en dios podéis rezarle, dijo de nuevo Rick. De pronto, a los pocos minutos se empezaron a escuchar voces. Nuestro compañero del sur nos traducía la situación.

-Lo que están diciendo es que van empezar a matar prisioneros ya. Conforme estaba diciendo estas palabras se escucharon los primeros disparos y gritos. -!Los están matando dentro de las celdas! dijo Rick con bastante nerviosismo. Poco a poco iban ejecutando a los prisioneros. Los soldados llegan a la celda de enfrente, en esta celda se encuentran 4 prisioneros. Desde fuera los 2 soldados se ríen, uno de ellos se va, les dice algo en vietnamita, apunta a uno de ellos al azar. Justo cuando va a disparar uno de los prisioneros le tira un objeto punzante y le da en el cuello.

El soldado cae cerca de nuestra celda, rápidamente Rick le hunde más el objeto punzante en el cuello hasta matarle. Conseguimos arrebatarle el arma. Le registramos para quitarle las llaves y abrimos la celda.

La suerte parece que está con nosotros, de momento.









viernes, 24 de enero de 2014

Noticias.

24/01/1968










jueves, 23 de enero de 2014

Una bonita canción.






miércoles, 22 de enero de 2014

La enfermería.

22/01/1968

Entre dos soldados norvietnamitas me llevan en volandas hasta un cuarto mugriento, en donde hay una camilla en medio de la habitación.  Me tumban en la camilla cierran la puerta con lo que parecía ser el ruido de unas cadenas y se van. Mi herida no paraba de sangrar, intentaba contener la sangre con mi mano temblorosa. Un vistazo rápido alrededor y veía como un especie de armario de madera desconchado y dentro habían unos botes de medicamentos, gasas y algunas vendas. En el suelo había sangre. La sangre era de varios días, de un tono marrón oscuro.

Se acerca alguien, coge las cadenas y abre la puerta. Entra un hombre de aspecto demacrado, bastante delgado. Va hacia mi, se acerca, me quita la mano de la herida y en un inglés bastante deficiente pero que se podía entender me dice -"tienes una herida bastante fea, intentaré hacer lo que pueda" fue al armario y cogió un bote blanco, lo acercó a la herida y me dijo "esto te va a doler, te voy a poner alcohol puro en la herida así que toma esta gasa y metetela en la boca"

En estos últimos días había experimentado todo tipo de dolores, pero este iba a ser un tipo de dolor bastante peor que los anteriores. Oprimió el bote dejándo salir el alcohol impactando en la herida. Chillé y lloré de dolor. "Esto te desinfectara la herida" también me echó alcohol por la herida que tenía en la cabeza y me vendo.

Creo que tengo algunas costillas rotas y el brazo roto le dije a aquel medico, el me palpó la parte de las costillas y me dijo: -"tienes dos costillas rotas, pero yo no puedo hacer nada, no tengo el equipo necesario para operar y el brazo lo único que puedo hacer es ponerte un poco de tela atatada al cuello para que lo tengas en posición horizontal. Es poco usual ver a un soldado americano aquí. Parece que el general ha sido benevolente contigo, aunque morirás igualmente"

Momentos después los soldados norvietnamitas del principio vinieron otra vez y me trasladaron a otra celda, pero esta vez con prisioneros vietnamitas.

Pensé que si no me moría por mis heridas moriría de hambre o si no a manos de estos vietnamitas, pero estaba claro de que iba a morir.













lunes, 13 de enero de 2014

Vivir y morir

13/01/1968

La situación es insoportable. El dolor es insoportable. No negaré que se me ha pasado por la cabeza la posibilidad del suicidio. Cada día nos llevamos una paliza por ser americanos. Carecemos de valor para el vietcong.Simplemente están esperando a que nos muramos. Es poco probable que nos maten directamente. Aunque eso sería lo idóneo ya que estoy sufriendo inecesariamente. Estos vietnamitas quieren que suframos lo insufrible para que muramos lentamente. Miro mi brazo y lo veo que toma un color grisáceo de forma peligrosa. Mis costillas depende del movimiento que haga se me clavan en los pulmones. Llevo días sin llevarme a la boca algo solido.

Por más que grito para recibir un mínimo de asistencia sanitaria a los carceleros sólo obtengo por su parte indeferencia y si insisto más de lo debido un cubo de agua lleno de mierda hasta arriba.

Cae la noche, oigo pasos y sollozos. Es alguno de mis compañeros. De pronto los pasos se detienen delante de mi celda. Un carcelero abre la puerta y empuja a Barrows dentro. Este con un color pálido tirando a amarillento intenta balbucear algo. No le entiendo. Barrows está muy demacrado. Tiene la cara hinchada y llena de moratones hasta le falta la parte de arriba de la dentadura.

Intentamos hablar, de pronto el carcelero nos dice algo, de manera amenazante, nos señala con un palo de puntas. Parece decirnos que nos callemos. Barrows me cuenta como le ha ido y su historia no es mejor que la mía. 

El carcelero abre la puerta y chillando me da con el palo en las costillas. Un dolor descomunal me recorre por todo el cuerpo, me vuelve a pegar y me quedo casi sin respiración. Ahora le toca a Barrows que también recibe lo suyo, pero él no tiene miedo, no tiene nada que perder, e intenta arrebatarle el palo. Hay un forcejeo Barrows a pesar de sus heridas está apunto de arrebatarle tan inusual arma, cuando de manera inmediata entra otro soldado y sin mediar palabra le pega un tiro a Barrows en la cabeza y otro a su compañero vietnamita en la cabeza.

Los dos cadáveres yacen en el suelo a pocos centímetros mio. El soldado me mira y me apunta...empieza hablarme, este es el fin, pensé yo. En ese instante se escuchan voces es otro oficial, parece de mayor rango. Le increpa y tienen una discusión. No tardaron en venir más soldados. 

Yo estaba en un rincón estupefacto, asustado, sin saber que hacer la sangre me salía por el costado. Tengo que contener la sangre. Momentos después retiraban los 2 cuerpos de mi celda. 

A mi por fin me llevaban a la enfermería.






jueves, 9 de enero de 2014

Secuestrado.

09/01/1968

No recuerdo cuanto tiempo llevo aquí. una semana un mes, que más da. Mi vida vale menos que las ratas que pasean a sus anchas delante mía. Me han pegado por todos lados tengo un brazo roto y varias costillas dañadas. Pero que mas da. Creo que este es mi fin. Pude morir en aquel ataque tan devastador a nuestra base. Pero por alguna razón sobreviví. Gracias a esto, he sido capturado junto a dos compañeros más, que por cierto no sé su paradero, al segundo día nos separaron y nunca más supe de ellos.

Aquí me encuentro en condiciones infrahumanas, en una celda de 2 x 2, como pan y una especie de sopa una vez al día. No sé lo que le echan a esa sopa, pues conforme la trago, la cago. El hambre es muy mala, ahora la estoy sufriendo en mis carnes.

Recuerdo que al llegar aquí, no me preguntaron nada, simplemente me apalearon entre 3 o 4 sin poderme defender, me desnudaron y me dieron unos trapos sucios para ponerme. Estoy en una cárcel en medio de la nada, supongo que sigo en la provincia de Gia lay, pero eso es un suponer.

A la mañana siguiente me despertaron con un cubo de agua lleno de excrementos, se acercó a mi un oficial y me preguntó cosas en su idioma, no entendí nada. Se enfureció y me pego una patada a la altura del hígado, cerró la celda y aquí me encuentro atado de pies y manos. Todavía no he tenido acceso al exterior de esta cárcel. No he podido salir de mi celda. Oigo gritos y escucho conversaciones, pero no son americanos. En esta cárcel también hay vietnamitas encarcelados.

Sería bonito pensar que nos 
 están buscando, pero a estas alturas ese pensamiento es muy bonito. Sólo confío en tener una oportunidad y la aprovecharé.