16/04/1968
Han pasado como ya dos meses, dos meses que la palabra mas utilizada es el desfase. Desfase, si, desde que volví de la cárcel vietnamita he cambiado bastante. Veo las cosas de otro modo y no llevo una vida puritana como la de antes. Intentaba separar las cosas que en mí estaban mal hechas de de las cosas bien hechas. Aquí da igual como hagas las cosas, un día más en Vietnam es un día más vivo.
A los porros y el alcohol se ha unido las putas. Sí las putas. Lo último que quieren los altos mandos es tener a soldados estresados, por eso nos han puesto un local de entretenimiento a 2 Km al sudoeste de la base. Yo nunca antes me había ido de putas, pero esto es como todo, cuando lo pruebas y te gusta quieres más. En este local corren las drogas y el alcohol a destajo. Como si no hubiera un mañana. Y en cierto modo puede que no haya un mañana.
Susi, como llamamos a la anfitriona del local, nos trata muy bien, sabe que puta necesitamos cada uno. Normalmente tenemos una asignada a nosotros, mi favorita se llama Clon, la llamo así por las enormes tetas que tiene. Para ser camboyana no está mal.
Aunque aquí es todo lujuria y descontrol, tenemos que guardar una serie de precauciones ya que estas putas amarillas tienen de todo. Más de uno ha contraído enfermedades y ha sido su sentencia de muerte. Algunas sólo quieren quedarse preñadas para que las lleves a Estados Unidos. Pero la verdad es que se encuentran que se quedan embarazadas y encima se quedan aquí muertas de asco con un bombo que podría ser su única solución pero acaba siendo un lastre.
Las misiones que llevamos ha cabo también han cambiado, la guerra se está recrudeciendo mucho. Hay muchos soldados americanos muertos. Cada semana veo como cargan los ataudes de esos pobres muchachos en una avión de vuelta a casa que los recibirá sin pena ni gloria.
En cierta ocasión cuando estábamos llevando a cabo una misión de reconocimiento, una mujer mayor suplicaba que nos fuéramos de su aldea. La respuesta fue quemar su choza con ella dentro. Ahora vamos a lo seguro sea Vietcong o no lo más probable es que muera. No queremos rehenes. También quiero destacar la capacidad de aguante de estos jodidos enanos amarillos. Teníamos indicios de que un campesino nos ocultaba algo, del interrogatorio pasamos a los golpes hasta que lo matamos. No dijo ni una palabra.
He cambiado el miedo por el odio, ahora sólo quiero matar y que no me maten, ¿sobreviré?
Vietnam 1967, la guerra está en su nivel más alto hasta la fecha. Esta es la historia de Travis Mclearn, uno de tantos chicos que vivieron y murieron en esta guerra.
miércoles, 16 de abril de 2014
jueves, 13 de marzo de 2014
La primera vez.
13/03/1968
Ha sido duro, todos estos días han sido de lo peor de mi vida. Sin duda perder a un miembro de la familia es difícil, más todavía en guerra. En esta guerra que todos nos empezamos a replantear. ¿Por qué tienen que morir chicos de 20 años? ¿por qué ha muerto mi primo? ¿quizá para que el pueblo de Vietnam del sur sea libre? es un alto precio.
El comandante Thomas tuvo un detalle y dejó que llamara a casa para tranquilizar a mis padres. Pude hablar con ellos y transmitirles que estaba bien, que por ahora había tomado la decisión de no volver a casa. La tranquilidad de mis padres pudo ser un poco mas reconfortante al saber que su hijo no había muerto todavía. Pero a la vez se abría otra herida con la que habrá que vivir el resto de nuestros días. La muerte de Cameron.
Mis tíos como es de suponer están totalmente destrozados por la muerte de su único hijo. Cameron mi primo, mi amigo. El chico con el que había crecido, con el que había compartido miles y miles de anécdotas ya no está. Para mí es un héroe, ha luchado por lo que él creía que era justo. Salvar a esta gente del comunismo.
A estas horas ya debe de haber llegado el féretro con los restos mortales a Odgen, donde mañana recibirá sepultura, junto a otros 6 chicos, también conocidos mios. La conversación con mis padres ha sido corta apenas 3 minutos, lo suficiente para despedirme de ellos hasta seguramente agosto. Digo seguramente porque estoy convencido de que saldré vivo de esta puta guerra. Esos enanos amarillos no acabarán conmigo.
En cuanto a mí... bueno digamos que ahí voy. Me cuesta mucho dormir por las noches, apenas descanso. Una de estas noches que no podía dormir, salí a las puertas del barracón. Un chico se me acercó a mí y me dijo que si quería un cigarro. Yo lo rechazé, pero el chico me dijo que no era un cigarro norma, si no que era marihuana. -Esto es bueno tío, te deja totalmente relajado no te enteras de nada además es natural. Es mejor que los pitillos.
Dudé un poco... la verdad es que hace muchas noches que no puedo dormir bien, las pastillas que me recetó el medico para el insomnio no valen para una puta mierda. Necesito algo más fuerte. Aquel chico me lió el cigarro y le pegué una calada, después otra y otra....
Yo nunca había fumado ni siquiera tabaco, pero coño, como pegaba, a los 10 minutos estaba totalmente ido. Pude llegar a la cama a duras penas. Me acosté y todo me daba vueltas. A la mañana siguiente me levante bastante mejor. Aquella noche fue la primera vez que fumé maría.
Ahora la necesito para dormir, puede que sea una adición pero es lo único que me calma.
Ha sido duro, todos estos días han sido de lo peor de mi vida. Sin duda perder a un miembro de la familia es difícil, más todavía en guerra. En esta guerra que todos nos empezamos a replantear. ¿Por qué tienen que morir chicos de 20 años? ¿por qué ha muerto mi primo? ¿quizá para que el pueblo de Vietnam del sur sea libre? es un alto precio.
El comandante Thomas tuvo un detalle y dejó que llamara a casa para tranquilizar a mis padres. Pude hablar con ellos y transmitirles que estaba bien, que por ahora había tomado la decisión de no volver a casa. La tranquilidad de mis padres pudo ser un poco mas reconfortante al saber que su hijo no había muerto todavía. Pero a la vez se abría otra herida con la que habrá que vivir el resto de nuestros días. La muerte de Cameron.
Mis tíos como es de suponer están totalmente destrozados por la muerte de su único hijo. Cameron mi primo, mi amigo. El chico con el que había crecido, con el que había compartido miles y miles de anécdotas ya no está. Para mí es un héroe, ha luchado por lo que él creía que era justo. Salvar a esta gente del comunismo.
A estas horas ya debe de haber llegado el féretro con los restos mortales a Odgen, donde mañana recibirá sepultura, junto a otros 6 chicos, también conocidos mios. La conversación con mis padres ha sido corta apenas 3 minutos, lo suficiente para despedirme de ellos hasta seguramente agosto. Digo seguramente porque estoy convencido de que saldré vivo de esta puta guerra. Esos enanos amarillos no acabarán conmigo.
En cuanto a mí... bueno digamos que ahí voy. Me cuesta mucho dormir por las noches, apenas descanso. Una de estas noches que no podía dormir, salí a las puertas del barracón. Un chico se me acercó a mí y me dijo que si quería un cigarro. Yo lo rechazé, pero el chico me dijo que no era un cigarro norma, si no que era marihuana. -Esto es bueno tío, te deja totalmente relajado no te enteras de nada además es natural. Es mejor que los pitillos.
Dudé un poco... la verdad es que hace muchas noches que no puedo dormir bien, las pastillas que me recetó el medico para el insomnio no valen para una puta mierda. Necesito algo más fuerte. Aquel chico me lió el cigarro y le pegué una calada, después otra y otra....
Yo nunca había fumado ni siquiera tabaco, pero coño, como pegaba, a los 10 minutos estaba totalmente ido. Pude llegar a la cama a duras penas. Me acosté y todo me daba vueltas. A la mañana siguiente me levante bastante mejor. Aquella noche fue la primera vez que fumé maría.
Ahora la necesito para dormir, puede que sea una adición pero es lo único que me calma.
Etiquetas: Vietnam, Mclearn
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Odgen.,
Travis Mclearn,
war of vietnam
Ubicación:
Pleiku, Gia Lai province, Vietnam
viernes, 21 de febrero de 2014
Adios Cameron.
21/02/1968
Estamos a salvo, apunto de aterrizar en la base. Estoy exhausto. Quiero descansar, me duele todo. El helicóptero toca suelo y nos trasladan a la enfermería. Tengo heridas por todo el cuerpo sin contar con costillas y el brazo roto. La actividad es frenética. No se pierde ni un minuto. No soy el único que pasará por la enfermería. Muchos compañeros está en la misma situación que yo o peor.
Entro en la enfermería y me toca esperar. Pero no por mucho tiempo ya que rápidamente viene un médico y al mismo tiempo que me explora me pregunta como estoy. Siento un profundo agradecimiento a esos SEALS compañeros que nos sacaron de ese infierno, es un sentimiento que llevaré mientras viva.
Me tienen que operar, las heridas tienen mala pinta y las costillas están clavándose en los pulmones. Me cuesta respirar.
A partir de aquí, sólo recuerdo muchas luces y como me ponen la mascarilla para dormirme.
Al día siguiente me despierto poco a poco aturdido de la operación tengo vendajes por todos lados, me siento un poco mareado, es lo normal me dicen. A los pies de la cama el Comandante Thomas. Vaya honor, nunca nadie importante me visitó, hasta ahora. Me pregunta como estoy y que está muy orgulloso de mi actuación en todo momento. Me dice que me recupere pronto y me da la opción de volver a casa anticipadamente.
Es una opción que debes valorar, dice el Comandante Thomas. Pero ¿por qué me da esta opción, acaso me están ocultando algo? Te dará más información el Sargento Randolf. y con esas palabras se despidió Thomas. Mclearn, el Comandante Thomas te ha dicho de volver a casa porque aquí no serías útil, ya has dado todo lo que tenías que dar en esta guerra, por lo que puedes volver a casa.
Hay otra cosa más, dijo Randolf. ¿Berdone, tiene algo que ver contigo? si, es mi primo, Cameron Berdone, ¿que pasa? lo siento Berdone falleció hace 2 semanas en Ia Dok, junto a 7 compañeros más al estrellarse el helicóptero donde viajaban cuando estaban apunto de aterrizar. Al parecer fue por un lanzagranadas vietnamita. Por eso tienes la opción de volver a casa o quedarte hasta septiembre. Tú eliges.
1000 balazos no me harían sentir tanto dolor como la noticia de mi primo. Estoy totalmente hundido desilusionado, desmoralizado. Me quiero morir.
Es una noticia muy dura... ¿y ahora?
?
Estamos a salvo, apunto de aterrizar en la base. Estoy exhausto. Quiero descansar, me duele todo. El helicóptero toca suelo y nos trasladan a la enfermería. Tengo heridas por todo el cuerpo sin contar con costillas y el brazo roto. La actividad es frenética. No se pierde ni un minuto. No soy el único que pasará por la enfermería. Muchos compañeros está en la misma situación que yo o peor.
Entro en la enfermería y me toca esperar. Pero no por mucho tiempo ya que rápidamente viene un médico y al mismo tiempo que me explora me pregunta como estoy. Siento un profundo agradecimiento a esos SEALS compañeros que nos sacaron de ese infierno, es un sentimiento que llevaré mientras viva.
Me tienen que operar, las heridas tienen mala pinta y las costillas están clavándose en los pulmones. Me cuesta respirar.
A partir de aquí, sólo recuerdo muchas luces y como me ponen la mascarilla para dormirme.
Al día siguiente me despierto poco a poco aturdido de la operación tengo vendajes por todos lados, me siento un poco mareado, es lo normal me dicen. A los pies de la cama el Comandante Thomas. Vaya honor, nunca nadie importante me visitó, hasta ahora. Me pregunta como estoy y que está muy orgulloso de mi actuación en todo momento. Me dice que me recupere pronto y me da la opción de volver a casa anticipadamente.
Es una opción que debes valorar, dice el Comandante Thomas. Pero ¿por qué me da esta opción, acaso me están ocultando algo? Te dará más información el Sargento Randolf. y con esas palabras se despidió Thomas. Mclearn, el Comandante Thomas te ha dicho de volver a casa porque aquí no serías útil, ya has dado todo lo que tenías que dar en esta guerra, por lo que puedes volver a casa.
Hay otra cosa más, dijo Randolf. ¿Berdone, tiene algo que ver contigo? si, es mi primo, Cameron Berdone, ¿que pasa? lo siento Berdone falleció hace 2 semanas en Ia Dok, junto a 7 compañeros más al estrellarse el helicóptero donde viajaban cuando estaban apunto de aterrizar. Al parecer fue por un lanzagranadas vietnamita. Por eso tienes la opción de volver a casa o quedarte hasta septiembre. Tú eliges.
1000 balazos no me harían sentir tanto dolor como la noticia de mi primo. Estoy totalmente hundido desilusionado, desmoralizado. Me quiero morir.
Es una noticia muy dura... ¿y ahora?
?
martes, 11 de febrero de 2014
En el último momento.
11/02/1968
Estábamos fuera de la celda. Los presos de la celda de enfrente nos decían con gestos que les abriéramos, procedimos a ello. Los soldados norvietnamitas no tardaron en darse cuenta de que había jaleo al fondo del pasillo. Rápidamente 3 soldados acudieron a las celdas, a bocajarro y sin mediar palabra Rick disparó su arma hiriendo de gravedad a un soldado y matando a los otros dos. Cogimos sus armas registramos sus cuerpos para encontrar algo más de munición. ¡Bingo! 2 granadas extras. Esto no servirá para escapar.
Todas las puertas exteriores de los pasillos estaban abiertas, anduvimos unos metros observando el horror de los cadáveres muertos en sus celdas. Nos refugiamos en una de ellas. 5 o 6 soldados Norvietnamitas bajaban por unas escaleras, cuando lancé una granada que explotó al instante, causando un gran agujero en aquellas mugrientas paredes. No sé si fue lo mas acertado pues aparecieron más y más soldados.
De pronto un sonido atronador se escuchaba en el cielo. Eran dos helicópteros de los Seals. Disparaban desde arriba a todos los soldados Norvietnamitas que salían a su paso. Rick y yo nos dirigimos a un claro. Les hacíamos señales para indicarles que eramos americanos.
Otro helicóptero salió de la nada, este si nos vio. Se posó sobre el suelo sin dejar de disparar. Los soldados norvietnamitas no lo iban a poner fácil y respondían con todo lo que tenían. Varios aviones estaban sobrevolando la zona conteniendo la llegada de más soldados Norvietnamitas.
10 metros nos separaban de aquel helicoptero, corrimos como nunca, hacia él. Rick, me ayudó, puse mi brazo sobre él y fuimos hacia el helicóptero, mientras que 2 Seals nos cubrían.
Un disparo impactó en la pierna de Vega, pero ni con esas cayó al suelo, seguimos hasta llegar al ansiado helicóptero. ¡Vamos, vamos! gritaba el artillero. Esta cárcel va a desaparecer del mapa ya. El helicóptero empezaba a ascender, los prisioneros sudvietnamitas se agolpaban en el helicóptero, algunos se agarraban a los posa pies, pero caían. Se escuchaba el sonido que hacen las balas con el viento, algunas impactaban en la chapa. Ya estábamos a bastante altura.
Una última mirada hacia abajo y vi el horror. Aquellos sudvienamitas que habían escapado de la cárcel, estaban implorando que les lleváramos con ellos. Incluso aquel soldado sudvietnamita que luchaba con nosotros moriría allí por no ser rescatado.
Escuché decir: -¡ya estamos arriba, estamos en el aire, fuera de esos hijoputas amarillos! Ahora era el turno de los F-4 Phantom.
Destruir aquella maldita cárcel con todos los que estaban alrededor, amigos y enemigos.
Nos alejábamos de la zona de ataque, no sin antes observar como caían las bombas y reducía a escombros aquel lugar.
Ahora sí, estábamos a salvo, Rick y yo nos abrazamos y lloramos como niños, nos podía la emoción.
Estábamos fuera de la celda. Los presos de la celda de enfrente nos decían con gestos que les abriéramos, procedimos a ello. Los soldados norvietnamitas no tardaron en darse cuenta de que había jaleo al fondo del pasillo. Rápidamente 3 soldados acudieron a las celdas, a bocajarro y sin mediar palabra Rick disparó su arma hiriendo de gravedad a un soldado y matando a los otros dos. Cogimos sus armas registramos sus cuerpos para encontrar algo más de munición. ¡Bingo! 2 granadas extras. Esto no servirá para escapar.
Todas las puertas exteriores de los pasillos estaban abiertas, anduvimos unos metros observando el horror de los cadáveres muertos en sus celdas. Nos refugiamos en una de ellas. 5 o 6 soldados Norvietnamitas bajaban por unas escaleras, cuando lancé una granada que explotó al instante, causando un gran agujero en aquellas mugrientas paredes. No sé si fue lo mas acertado pues aparecieron más y más soldados.
De pronto un sonido atronador se escuchaba en el cielo. Eran dos helicópteros de los Seals. Disparaban desde arriba a todos los soldados Norvietnamitas que salían a su paso. Rick y yo nos dirigimos a un claro. Les hacíamos señales para indicarles que eramos americanos.
Otro helicóptero salió de la nada, este si nos vio. Se posó sobre el suelo sin dejar de disparar. Los soldados norvietnamitas no lo iban a poner fácil y respondían con todo lo que tenían. Varios aviones estaban sobrevolando la zona conteniendo la llegada de más soldados Norvietnamitas.
10 metros nos separaban de aquel helicoptero, corrimos como nunca, hacia él. Rick, me ayudó, puse mi brazo sobre él y fuimos hacia el helicóptero, mientras que 2 Seals nos cubrían.
Un disparo impactó en la pierna de Vega, pero ni con esas cayó al suelo, seguimos hasta llegar al ansiado helicóptero. ¡Vamos, vamos! gritaba el artillero. Esta cárcel va a desaparecer del mapa ya. El helicóptero empezaba a ascender, los prisioneros sudvietnamitas se agolpaban en el helicóptero, algunos se agarraban a los posa pies, pero caían. Se escuchaba el sonido que hacen las balas con el viento, algunas impactaban en la chapa. Ya estábamos a bastante altura.
Una última mirada hacia abajo y vi el horror. Aquellos sudvienamitas que habían escapado de la cárcel, estaban implorando que les lleváramos con ellos. Incluso aquel soldado sudvietnamita que luchaba con nosotros moriría allí por no ser rescatado.
Escuché decir: -¡ya estamos arriba, estamos en el aire, fuera de esos hijoputas amarillos! Ahora era el turno de los F-4 Phantom.
Destruir aquella maldita cárcel con todos los que estaban alrededor, amigos y enemigos.
Nos alejábamos de la zona de ataque, no sin antes observar como caían las bombas y reducía a escombros aquel lugar.
Ahora sí, estábamos a salvo, Rick y yo nos abrazamos y lloramos como niños, nos podía la emoción.
viernes, 31 de enero de 2014
Cuestión de minutos.
31/01/1968
Al entrar de nuevo en aquella celda con mas
presos vietnamitas creía que iba a ser mi final. Ese no era mi último destino. Minutos después, un soldado
norvietnamita me sacó de allí y me llevó a otra celda. Esta era más pequeña y dentro se encontraban un soldado sudvietnamita y mi compañero
Rick Vega. Este se encontraba aparentemente bien de salud, eso sí, tenia algunas
heridas.
La alegría por encontrar caras amigas pronto
se convirtió en angustia al saber que los que estábamos en esta
celda seriamos ejecutados en breve. La razón según nuestro compañero vietnamita es que
la cárcel va a ser
asediada en cuestión de horas por el ejercito de estados unidos. Eso quiere decir dos cosas.
La primera que existe un topo en nuestro ejercito y la otra es que nos han encontrado,
pero puede ser que nos encuentren muertos si no se dan prisa. El Vietcong quiere
desmantelar esta cárcel y no quiere llevar rehenes.
Dios mío, vamos a morir en cuestión de minutos,
dijo Rick, nosotros por nuestros medios no podemos escapar, si creéis en dios podéis rezarle, dijo
de nuevo Rick. De pronto, a los pocos minutos se empezaron a escuchar voces. Nuestro
compañero del sur nos traducía la situación.
-Lo que están diciendo es que van empezar a
matar prisioneros ya. Conforme estaba diciendo estas palabras se escucharon los
primeros disparos y gritos. -!Los están matando dentro de las celdas! dijo Rick
con bastante nerviosismo. Poco a poco iban ejecutando a los prisioneros. Los soldados
llegan a la celda de enfrente, en esta celda se encuentran 4 prisioneros. Desde
fuera los 2 soldados se ríen, uno de ellos se va, les dice algo en vietnamita, apunta a uno de
ellos al azar. Justo cuando va a disparar uno de los prisioneros le tira un objeto
punzante y le da en el cuello.
El soldado cae cerca de nuestra celda, rápidamente Rick
le hunde más el objeto punzante en el cuello hasta matarle. Conseguimos arrebatarle
el arma. Le registramos para quitarle las llaves y abrimos la celda.
La suerte parece que está con nosotros, de momento.
viernes, 24 de enero de 2014
jueves, 23 de enero de 2014
miércoles, 22 de enero de 2014
La enfermería.
22/01/1968
Entre
dos soldados norvietnamitas me llevan en volandas hasta un cuarto mugriento, en
donde hay una camilla en medio de la habitación. Me tumban en la camilla cierran la puerta con lo
que parecía ser el ruido de unas cadenas y se van. Mi herida no paraba de sangrar,
intentaba contener la sangre con mi mano temblorosa. Un vistazo rápido alrededor y
veía como un especie
de armario de madera desconchado y dentro habían unos botes de medicamentos, gasas y
algunas vendas. En el suelo había sangre. La sangre era de varios días, de un tono marrón oscuro.
Se
acerca alguien, coge las cadenas y abre la puerta. Entra un hombre de aspecto demacrado,
bastante delgado. Va hacia mi, se acerca, me quita la mano de la herida y en un
inglés bastante deficiente
pero que se podía entender me dice
-"tienes una herida bastante fea, intentaré hacer lo que pueda" fue al armario
y cogió
un bote blanco, lo
acercó
a la herida y me
dijo "esto te va a doler, te voy a poner alcohol puro en la herida así que toma esta gasa
y metetela en la boca"
En
estos últimos días había experimentado todo
tipo de dolores, pero este iba a ser un tipo de dolor bastante peor que los anteriores.
Oprimió
el bote dejándo salir el alcohol
impactando en la herida. Chillé
y lloré de dolor. "Esto
te desinfectara la herida" también
me echó
alcohol por la herida
que tenía en la cabeza y
me vendo.
Creo
que tengo algunas costillas rotas y el brazo roto le dije a aquel medico, el me
palpó la parte de las costillas y me dijo: -"tienes dos costillas rotas,
pero yo no puedo hacer nada, no tengo el equipo necesario para operar y el
brazo lo único que puedo hacer es ponerte un poco de tela atatada al cuello
para que lo tengas en posición horizontal. Es poco usual ver a un soldado americano
aquí. Parece que el general
ha sido benevolente contigo, aunque morirás igualmente"
Momentos
después los soldados norvietnamitas del principio vinieron otra vez y me
trasladaron a otra celda, pero esta vez con prisioneros vietnamitas.
Pensé
que si no me moría por mis heridas moriría de hambre o si no a manos de estos
vietnamitas, pero estaba claro de que iba a morir.
lunes, 13 de enero de 2014
Vivir y morir
13/01/1968
La situación es insoportable. El dolor es insoportable. No negaré que se me ha pasado por la cabeza la posibilidad del suicidio. Cada día nos llevamos una paliza por ser americanos. Carecemos de valor para el vietcong.Simplemente están esperando a que nos muramos. Es poco probable que nos maten directamente. Aunque eso sería lo idóneo ya que estoy sufriendo inecesariamente. Estos vietnamitas quieren que suframos lo insufrible para que muramos lentamente. Miro mi brazo y lo veo que toma un color grisáceo de forma peligrosa. Mis costillas depende del movimiento que haga se me clavan en los pulmones. Llevo días sin llevarme a la boca algo solido.
Por más que grito para recibir un mínimo de asistencia sanitaria a los carceleros sólo obtengo por su parte indeferencia y si insisto más de lo debido un cubo de agua lleno de mierda hasta arriba.
Cae la noche, oigo pasos y sollozos. Es alguno de mis compañeros. De pronto los pasos se detienen delante de mi celda. Un carcelero abre la puerta y empuja a Barrows dentro. Este con un color pálido tirando a amarillento intenta balbucear algo. No le entiendo. Barrows está muy demacrado. Tiene la cara hinchada y llena de moratones hasta le falta la parte de arriba de la dentadura.
Intentamos hablar, de pronto el carcelero nos dice algo, de manera amenazante, nos señala con un palo de puntas. Parece decirnos que nos callemos. Barrows me cuenta como le ha ido y su historia no es mejor que la mía.
El carcelero abre la puerta y chillando me da con el palo en las costillas. Un dolor descomunal me recorre por todo el cuerpo, me vuelve a pegar y me quedo casi sin respiración. Ahora le toca a Barrows que también recibe lo suyo, pero él no tiene miedo, no tiene nada que perder, e intenta arrebatarle el palo. Hay un forcejeo Barrows a pesar de sus heridas está apunto de arrebatarle tan inusual arma, cuando de manera inmediata entra otro soldado y sin mediar palabra le pega un tiro a Barrows en la cabeza y otro a su compañero vietnamita en la cabeza.
Los dos cadáveres yacen en el suelo a pocos centímetros mio. El soldado me mira y me apunta...empieza hablarme, este es el fin, pensé yo. En ese instante se escuchan voces es otro oficial, parece de mayor rango. Le increpa y tienen una discusión. No tardaron en venir más soldados.
Yo estaba en un rincón estupefacto, asustado, sin saber que hacer la sangre me salía por el costado. Tengo que contener la sangre. Momentos después retiraban los 2 cuerpos de mi celda.
A mi por fin me llevaban a la enfermería.
La situación es insoportable. El dolor es insoportable. No negaré que se me ha pasado por la cabeza la posibilidad del suicidio. Cada día nos llevamos una paliza por ser americanos. Carecemos de valor para el vietcong.Simplemente están esperando a que nos muramos. Es poco probable que nos maten directamente. Aunque eso sería lo idóneo ya que estoy sufriendo inecesariamente. Estos vietnamitas quieren que suframos lo insufrible para que muramos lentamente. Miro mi brazo y lo veo que toma un color grisáceo de forma peligrosa. Mis costillas depende del movimiento que haga se me clavan en los pulmones. Llevo días sin llevarme a la boca algo solido.
Por más que grito para recibir un mínimo de asistencia sanitaria a los carceleros sólo obtengo por su parte indeferencia y si insisto más de lo debido un cubo de agua lleno de mierda hasta arriba.
Cae la noche, oigo pasos y sollozos. Es alguno de mis compañeros. De pronto los pasos se detienen delante de mi celda. Un carcelero abre la puerta y empuja a Barrows dentro. Este con un color pálido tirando a amarillento intenta balbucear algo. No le entiendo. Barrows está muy demacrado. Tiene la cara hinchada y llena de moratones hasta le falta la parte de arriba de la dentadura.
Intentamos hablar, de pronto el carcelero nos dice algo, de manera amenazante, nos señala con un palo de puntas. Parece decirnos que nos callemos. Barrows me cuenta como le ha ido y su historia no es mejor que la mía.
El carcelero abre la puerta y chillando me da con el palo en las costillas. Un dolor descomunal me recorre por todo el cuerpo, me vuelve a pegar y me quedo casi sin respiración. Ahora le toca a Barrows que también recibe lo suyo, pero él no tiene miedo, no tiene nada que perder, e intenta arrebatarle el palo. Hay un forcejeo Barrows a pesar de sus heridas está apunto de arrebatarle tan inusual arma, cuando de manera inmediata entra otro soldado y sin mediar palabra le pega un tiro a Barrows en la cabeza y otro a su compañero vietnamita en la cabeza.
Los dos cadáveres yacen en el suelo a pocos centímetros mio. El soldado me mira y me apunta...empieza hablarme, este es el fin, pensé yo. En ese instante se escuchan voces es otro oficial, parece de mayor rango. Le increpa y tienen una discusión. No tardaron en venir más soldados.
Yo estaba en un rincón estupefacto, asustado, sin saber que hacer la sangre me salía por el costado. Tengo que contener la sangre. Momentos después retiraban los 2 cuerpos de mi celda.
A mi por fin me llevaban a la enfermería.
jueves, 9 de enero de 2014
Secuestrado.
09/01/1968
No recuerdo cuanto tiempo llevo aquí. una semana un mes, que más da. Mi vida vale menos que las ratas que pasean a sus anchas delante mía. Me han pegado por todos lados tengo un brazo roto y varias costillas dañadas. Pero que mas da. Creo que este es mi fin. Pude morir en aquel ataque tan devastador a nuestra base. Pero por alguna razón sobreviví. Gracias a esto, he sido capturado junto a dos compañeros más, que por cierto no sé su paradero, al segundo día nos separaron y nunca más supe de ellos.
Aquí me encuentro en condiciones infrahumanas, en una celda de 2 x 2, como pan y una especie de sopa una vez al día. No sé lo que le echan a esa sopa, pues conforme la trago, la cago. El hambre es muy mala, ahora la estoy sufriendo en mis carnes.
Recuerdo que al llegar aquí, no me preguntaron nada, simplemente me apalearon entre 3 o 4 sin poderme defender, me desnudaron y me dieron unos trapos sucios para ponerme. Estoy en una cárcel en medio de la nada, supongo que sigo en la provincia de Gia lay, pero eso es un suponer.
A la mañana siguiente me despertaron con un cubo de agua lleno de excrementos, se acercó a mi un oficial y me preguntó cosas en su idioma, no entendí nada. Se enfureció y me pego una patada a la altura del hígado, cerró la celda y aquí me encuentro atado de pies y manos. Todavía no he tenido acceso al exterior de esta cárcel. No he podido salir de mi celda. Oigo gritos y escucho conversaciones, pero no son americanos. En esta cárcel también hay vietnamitas encarcelados.
Sería bonito pensar que nos
están buscando, pero a estas alturas ese pensamiento es muy bonito. Sólo confío en tener una oportunidad y la aprovecharé.
No recuerdo cuanto tiempo llevo aquí. una semana un mes, que más da. Mi vida vale menos que las ratas que pasean a sus anchas delante mía. Me han pegado por todos lados tengo un brazo roto y varias costillas dañadas. Pero que mas da. Creo que este es mi fin. Pude morir en aquel ataque tan devastador a nuestra base. Pero por alguna razón sobreviví. Gracias a esto, he sido capturado junto a dos compañeros más, que por cierto no sé su paradero, al segundo día nos separaron y nunca más supe de ellos.
Aquí me encuentro en condiciones infrahumanas, en una celda de 2 x 2, como pan y una especie de sopa una vez al día. No sé lo que le echan a esa sopa, pues conforme la trago, la cago. El hambre es muy mala, ahora la estoy sufriendo en mis carnes.
Recuerdo que al llegar aquí, no me preguntaron nada, simplemente me apalearon entre 3 o 4 sin poderme defender, me desnudaron y me dieron unos trapos sucios para ponerme. Estoy en una cárcel en medio de la nada, supongo que sigo en la provincia de Gia lay, pero eso es un suponer.
A la mañana siguiente me despertaron con un cubo de agua lleno de excrementos, se acercó a mi un oficial y me preguntó cosas en su idioma, no entendí nada. Se enfureció y me pego una patada a la altura del hígado, cerró la celda y aquí me encuentro atado de pies y manos. Todavía no he tenido acceso al exterior de esta cárcel. No he podido salir de mi celda. Oigo gritos y escucho conversaciones, pero no son americanos. En esta cárcel también hay vietnamitas encarcelados.
Sería bonito pensar que nos
están buscando, pero a estas alturas ese pensamiento es muy bonito. Sólo confío en tener una oportunidad y la aprovecharé.
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