16/04/1968
Han pasado como ya dos meses, dos meses que la palabra mas utilizada es el desfase. Desfase, si, desde que volví de la cárcel vietnamita he cambiado bastante. Veo las cosas de otro modo y no llevo una vida puritana como la de antes. Intentaba separar las cosas que en mí estaban mal hechas de de las cosas bien hechas. Aquí da igual como hagas las cosas, un día más en Vietnam es un día más vivo.
A los porros y el alcohol se ha unido las putas. Sí las putas. Lo último que quieren los altos mandos es tener a soldados estresados, por eso nos han puesto un local de entretenimiento a 2 Km al sudoeste de la base. Yo nunca antes me había ido de putas, pero esto es como todo, cuando lo pruebas y te gusta quieres más. En este local corren las drogas y el alcohol a destajo. Como si no hubiera un mañana. Y en cierto modo puede que no haya un mañana.
Susi, como llamamos a la anfitriona del local, nos trata muy bien, sabe que puta necesitamos cada uno. Normalmente tenemos una asignada a nosotros, mi favorita se llama Clon, la llamo así por las enormes tetas que tiene. Para ser camboyana no está mal.
Aunque aquí es todo lujuria y descontrol, tenemos que guardar una serie de precauciones ya que estas putas amarillas tienen de todo. Más de uno ha contraído enfermedades y ha sido su sentencia de muerte. Algunas sólo quieren quedarse preñadas para que las lleves a Estados Unidos. Pero la verdad es que se encuentran que se quedan embarazadas y encima se quedan aquí muertas de asco con un bombo que podría ser su única solución pero acaba siendo un lastre.
Las misiones que llevamos ha cabo también han cambiado, la guerra se está recrudeciendo mucho. Hay muchos soldados americanos muertos. Cada semana veo como cargan los ataudes de esos pobres muchachos en una avión de vuelta a casa que los recibirá sin pena ni gloria.
En cierta ocasión cuando estábamos llevando a cabo una misión de reconocimiento, una mujer mayor suplicaba que nos fuéramos de su aldea. La respuesta fue quemar su choza con ella dentro. Ahora vamos a lo seguro sea Vietcong o no lo más probable es que muera. No queremos rehenes. También quiero destacar la capacidad de aguante de estos jodidos enanos amarillos. Teníamos indicios de que un campesino nos ocultaba algo, del interrogatorio pasamos a los golpes hasta que lo matamos. No dijo ni una palabra.
He cambiado el miedo por el odio, ahora sólo quiero matar y que no me maten, ¿sobreviré?