21/02/1968
Estamos a salvo, apunto de aterrizar en la base. Estoy exhausto. Quiero descansar, me duele todo. El helicóptero toca suelo y nos trasladan a la enfermería. Tengo heridas por todo el cuerpo sin contar con costillas y el brazo roto. La actividad es frenética. No se pierde ni un minuto. No soy el único que pasará por la enfermería. Muchos compañeros está en la misma situación que yo o peor.
Entro en la enfermería y me toca esperar. Pero no por mucho tiempo ya que rápidamente viene un médico y al mismo tiempo que me explora me pregunta como estoy. Siento un profundo agradecimiento a esos SEALS compañeros que nos sacaron de ese infierno, es un sentimiento que llevaré mientras viva.
Me tienen que operar, las heridas tienen mala pinta y las costillas están clavándose en los pulmones. Me cuesta respirar.
A partir de aquí, sólo recuerdo muchas luces y como me ponen la mascarilla para dormirme.
Al día siguiente me despierto poco a poco aturdido de la operación tengo vendajes por todos lados, me siento un poco mareado, es lo normal me dicen. A los pies de la cama el Comandante Thomas. Vaya honor, nunca nadie importante me visitó, hasta ahora. Me pregunta como estoy y que está muy orgulloso de mi actuación en todo momento. Me dice que me recupere pronto y me da la opción de volver a casa anticipadamente.
Es una opción que debes valorar, dice el Comandante Thomas. Pero ¿por qué me da esta opción, acaso me están ocultando algo? Te dará más información el Sargento Randolf. y con esas palabras se despidió Thomas. Mclearn, el Comandante Thomas te ha dicho de volver a casa porque aquí no serías útil, ya has dado todo lo que tenías que dar en esta guerra, por lo que puedes volver a casa.
Hay otra cosa más, dijo Randolf. ¿Berdone, tiene algo que ver contigo? si, es mi primo, Cameron Berdone, ¿que pasa? lo siento Berdone falleció hace 2 semanas en Ia Dok, junto a 7 compañeros más al estrellarse el helicóptero donde viajaban cuando estaban apunto de aterrizar. Al parecer fue por un lanzagranadas vietnamita. Por eso tienes la opción de volver a casa o quedarte hasta septiembre. Tú eliges.
1000 balazos no me harían sentir tanto dolor como la noticia de mi primo. Estoy totalmente hundido desilusionado, desmoralizado. Me quiero morir.
Es una noticia muy dura... ¿y ahora?
?
Vietnam 1967, la guerra está en su nivel más alto hasta la fecha. Esta es la historia de Travis Mclearn, uno de tantos chicos que vivieron y murieron en esta guerra.
viernes, 21 de febrero de 2014
martes, 11 de febrero de 2014
En el último momento.
11/02/1968
Estábamos fuera de la celda. Los presos de la celda de enfrente nos decían con gestos que les abriéramos, procedimos a ello. Los soldados norvietnamitas no tardaron en darse cuenta de que había jaleo al fondo del pasillo. Rápidamente 3 soldados acudieron a las celdas, a bocajarro y sin mediar palabra Rick disparó su arma hiriendo de gravedad a un soldado y matando a los otros dos. Cogimos sus armas registramos sus cuerpos para encontrar algo más de munición. ¡Bingo! 2 granadas extras. Esto no servirá para escapar.
Todas las puertas exteriores de los pasillos estaban abiertas, anduvimos unos metros observando el horror de los cadáveres muertos en sus celdas. Nos refugiamos en una de ellas. 5 o 6 soldados Norvietnamitas bajaban por unas escaleras, cuando lancé una granada que explotó al instante, causando un gran agujero en aquellas mugrientas paredes. No sé si fue lo mas acertado pues aparecieron más y más soldados.
De pronto un sonido atronador se escuchaba en el cielo. Eran dos helicópteros de los Seals. Disparaban desde arriba a todos los soldados Norvietnamitas que salían a su paso. Rick y yo nos dirigimos a un claro. Les hacíamos señales para indicarles que eramos americanos.
Otro helicóptero salió de la nada, este si nos vio. Se posó sobre el suelo sin dejar de disparar. Los soldados norvietnamitas no lo iban a poner fácil y respondían con todo lo que tenían. Varios aviones estaban sobrevolando la zona conteniendo la llegada de más soldados Norvietnamitas.
10 metros nos separaban de aquel helicoptero, corrimos como nunca, hacia él. Rick, me ayudó, puse mi brazo sobre él y fuimos hacia el helicóptero, mientras que 2 Seals nos cubrían.
Un disparo impactó en la pierna de Vega, pero ni con esas cayó al suelo, seguimos hasta llegar al ansiado helicóptero. ¡Vamos, vamos! gritaba el artillero. Esta cárcel va a desaparecer del mapa ya. El helicóptero empezaba a ascender, los prisioneros sudvietnamitas se agolpaban en el helicóptero, algunos se agarraban a los posa pies, pero caían. Se escuchaba el sonido que hacen las balas con el viento, algunas impactaban en la chapa. Ya estábamos a bastante altura.
Una última mirada hacia abajo y vi el horror. Aquellos sudvienamitas que habían escapado de la cárcel, estaban implorando que les lleváramos con ellos. Incluso aquel soldado sudvietnamita que luchaba con nosotros moriría allí por no ser rescatado.
Escuché decir: -¡ya estamos arriba, estamos en el aire, fuera de esos hijoputas amarillos! Ahora era el turno de los F-4 Phantom.
Destruir aquella maldita cárcel con todos los que estaban alrededor, amigos y enemigos.
Nos alejábamos de la zona de ataque, no sin antes observar como caían las bombas y reducía a escombros aquel lugar.
Ahora sí, estábamos a salvo, Rick y yo nos abrazamos y lloramos como niños, nos podía la emoción.
Estábamos fuera de la celda. Los presos de la celda de enfrente nos decían con gestos que les abriéramos, procedimos a ello. Los soldados norvietnamitas no tardaron en darse cuenta de que había jaleo al fondo del pasillo. Rápidamente 3 soldados acudieron a las celdas, a bocajarro y sin mediar palabra Rick disparó su arma hiriendo de gravedad a un soldado y matando a los otros dos. Cogimos sus armas registramos sus cuerpos para encontrar algo más de munición. ¡Bingo! 2 granadas extras. Esto no servirá para escapar.
Todas las puertas exteriores de los pasillos estaban abiertas, anduvimos unos metros observando el horror de los cadáveres muertos en sus celdas. Nos refugiamos en una de ellas. 5 o 6 soldados Norvietnamitas bajaban por unas escaleras, cuando lancé una granada que explotó al instante, causando un gran agujero en aquellas mugrientas paredes. No sé si fue lo mas acertado pues aparecieron más y más soldados.
De pronto un sonido atronador se escuchaba en el cielo. Eran dos helicópteros de los Seals. Disparaban desde arriba a todos los soldados Norvietnamitas que salían a su paso. Rick y yo nos dirigimos a un claro. Les hacíamos señales para indicarles que eramos americanos.
Otro helicóptero salió de la nada, este si nos vio. Se posó sobre el suelo sin dejar de disparar. Los soldados norvietnamitas no lo iban a poner fácil y respondían con todo lo que tenían. Varios aviones estaban sobrevolando la zona conteniendo la llegada de más soldados Norvietnamitas.
10 metros nos separaban de aquel helicoptero, corrimos como nunca, hacia él. Rick, me ayudó, puse mi brazo sobre él y fuimos hacia el helicóptero, mientras que 2 Seals nos cubrían.
Un disparo impactó en la pierna de Vega, pero ni con esas cayó al suelo, seguimos hasta llegar al ansiado helicóptero. ¡Vamos, vamos! gritaba el artillero. Esta cárcel va a desaparecer del mapa ya. El helicóptero empezaba a ascender, los prisioneros sudvietnamitas se agolpaban en el helicóptero, algunos se agarraban a los posa pies, pero caían. Se escuchaba el sonido que hacen las balas con el viento, algunas impactaban en la chapa. Ya estábamos a bastante altura.
Una última mirada hacia abajo y vi el horror. Aquellos sudvienamitas que habían escapado de la cárcel, estaban implorando que les lleváramos con ellos. Incluso aquel soldado sudvietnamita que luchaba con nosotros moriría allí por no ser rescatado.
Escuché decir: -¡ya estamos arriba, estamos en el aire, fuera de esos hijoputas amarillos! Ahora era el turno de los F-4 Phantom.
Destruir aquella maldita cárcel con todos los que estaban alrededor, amigos y enemigos.
Nos alejábamos de la zona de ataque, no sin antes observar como caían las bombas y reducía a escombros aquel lugar.
Ahora sí, estábamos a salvo, Rick y yo nos abrazamos y lloramos como niños, nos podía la emoción.
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